El programa «pide tutoría» ya ha enseñado a sus tres primeras alumnas a desenvolverse en bici por la ciudad. La Curva os anima a apuntaros para quitaros los miedos y aprender a circular en bici por Valladolid.
“No hay persona más feliz que la que vuelve a recuperar el placer de montar en bici”. No es una frase de un libro de autoayuda de Jorge Bucay ni de una novela de desarrollo personal de Paulo Cohelo. Es, simplemente, la constatación de una realidad.
Así lo han sentido las tres primeras alumnas de «pido tutoría», el programa que desde La Curva hemos puesto en marcha y que busca ayudar a las personas que, por cualquier motivo, quieren usar la bici en la ciudad pero se sienten inseguras o no se atreven. Se tratan de tutorías individualizadas y personalizadas, con el recorrido que el alumno o la alumna desee o el que sea más habitual para sus desplazamientos. Estas han sido hasta el momento, las experiencias:

Pilar se desplaza a diario desde la zona de la Avenida de los Reyes Católicos y el Seminario de La Rondilla, en un trayecto a pie que le llevaba demasiado tiempo. Nos propusimos acompañarla por el camino más sencillo y más bonito, la orilla del Pisuerga en un trayecto que, a pesar de ser una fría y lluviosa mañana de domingo, se mostró muy agradable y amigable. Sorprendida por lo pronto que una se hace a montar de nuevo en bicicleta, Pilar, pertrechada con una BH Gacela, se hace en seguida con el manillar y maneja con bastante soltura su nuevo medio de transporte.
Aunque la ruta es por la orilla del río y, por tanto, alejada del tráfico, decidimos acercarnos hasta el bar La Bici, ya sí por el medio de la calzada. La ruta, entre coches y en medio del tranquilo tráfico de un domingo sirvió para quitar el miedo a circular como un vehículo más.

De momento, Pilar repitió con La Curva la ruta que hicimos a Simancas y esperamos que esté disfrutando de sus trayectos al seminario.
Rebeca quiere bajar al centro con la bici, poder ir desde su casa en Huerta del Rey a la zona de la Catedral o del Clínico, pero no se atreve. Los coches le dan pánico y no sabe cómo desenvolverse con la bici en medio del tráfico. Aunque algunas veces ha intentado que su pareja la enseñe, los intentos han sido infructuosos.

Así que nos plantamos en Huerta del Rey un sábado por la mañana y tras dar a Rebeca las nociones básicas de circulación de bici en la ciudad, nos lanzamos a pedalear, primero por el barrio (desierto de coches en aquellas horas), para que se fuera soltando y acostumbrando a circular por el medio de la calzada, y luego bajamos hacia Poniente, cogiendo el carril bici para ver cómo se gestiona el final de dicho carril cuando tienes la intención de continuar recto y no girar a la derecha.

La entrada por el ciclocarril nos permitió llegar hasta la plaza de la Universidad y bajar luego hacia la Bajada de la Libertad para parar a tomar el vermú en la zona de la Catedral. Esto del vermú en esta zona comienza a ser un clásico de «pido tutoría»
La vuelta, por el Paseo de Isabel la Católica y el Puente Mayor, ya con ciclocarril 30 para enlazar con la calle Las Heras y Ramón Pradera, evitando el carril bici de la Avenida Salamanca, para mostrar cómo es posible circular sin la necesidad de esta infraestructura.
Rebeca, encantada con la experiencia, ya se ha sumado a la firma del compromiso de 30 Días en Bici.
He quedado con Marta un domingo por la mañana, junto a una parada de Vallabici, porque no tiene bici propia.
Lo primero fue conocer cuál era su objetivo y de qué nivel partíamos.
Muy básico: empezamos dando vueltas por la explanada que hay en la zona del Matadero, para perder miedo a hacer los giros y ganar estabilidad.
Después de 20 minutos de vuelta nos atrevimos a salir hacia el carril bici que lleva al Pinar de Antequera. La suerte fue que empezamos una conversación sin fin, y eso hizo que la bicicleta fuera sola.
Casualmente, Marta no es de Valladolid, y vive aquí desde hace unos meses. Casi todo lo que fuimos descubriendo fue nuevo para ella. Eso fue otro aliciente.

Llegamos hasta las piscinas de Fasa, y desde allí al PRAE, donde tocaba mercado ecológico. Estas pequeñas paradas hicieron que la ruta se hiciera corta.
Ya tiene carné de Vallabici (ese día aun no, usó el mío), así que el siguiente fin de semana repetimos, menos tiempo pero ruta nueva: el camino junto al Pisuerga entre la Pasarela del Museo de la Ciencia y la playa de las Moreras. Si consigue apuntarse a las salidas de La Curva, ya tiene asegurado el nivel B2 del ciclismo urbano.
¿Y tú? ¿no te atreves a coger la bici? ¡Pregunta a Marta!
Si necesitas tutoría puedes pedirlo en este formulario