Viendo el tremendo revuelo que se ha creado estos últimos días respecto al carril bici del Paseo Isabel La Católica y al resto de actuaciones de la concejalía de Movilidad del ayuntamiento voy a escribir unas palabras. Unas cuantas.
– No soy partidario de los carriles bici. Y mucho menos de su obligatoriedad. Ni el reciente de Isabel La Católica ni ningún otro. Son por definición segregadores y por tanto convierten a un vehículo que considero de pleno derecho, como es la bicicleta, en uno de segunda. Generan una falsa seguridad y en muchos casos no acostumbran al ciclista a circular. Cuando los carriles terminan, la mayoría de usuarios continúa por las aceras.
– El 50% de los desplazamientos en coche en ciudad son menores de 3 km y, ¡ojo!, un 10% del total están por debajo de 500 metros. Para una ciudad como Valladolid, 3 km es casi atravesar en muchas direcciones la ciudad entera. Sería un trayecto por ejemplo desde el centro de la Rondilla hasta la Escuela de Idiomas con un tiempo estimado de 30 minutos andando.
– El coche es un elemento tremendamente ineficiente. Pasa un 95 % de su vida útil detenido sin usarse, y, atención, un 30% del tiempo que se usa se esta dando vueltas sin rumbo solo buscando aparcamiento. En muchos de los casos, una máquina de 1.000 kilos consume una gran cantidad de combustible, generando importante contaminación, para desplazar a una persona de unos 70 kilos, lo cual desde el punto de vista de la eficiencia energética es completamente absurdo.

– La velocidad media de los coches en los desplazamientos en ciudad es mínima. Por mucho que la publicidad nos cree en el imaginario de los anuncios esas ciudades libres y vacías donde conducimos solos, la realidad es que las urbes están atestadas de coches. En Madrid centro la velocidad media es de 10 km/h y de 16 km/h en Barcelona. No tengo datos de Valladolid pero no creo que sea mucho más.
– Anualmente se producen en España 10.000 atropellos en zonas urbanas por parte de los coches. Principalmente a peatones pero muchos de ellos también a ciclistas, causando 117 muertos en 2019 según datos de la DGT.
– El impuesto de circulación no existe. Pagamos un Impuesto de Tracción Mecánica, es decir, un impuesto para todos los propietarios de un vehículo matriculado. Pero ese impuesto no nos da el derecho a circular ni a tener un sitio de aparcamiento.
Podríamos seguir dando datos. Sobre contaminación, sobre la barbaridad de espacio público que utiliza el coche para circular pero ante todo para estar parado días y días aparcado, sobre la cantidad de dinero que gastamos en él para mantenerlo anualmente en seguros, gasolinas, impuestos, talleres, podríamos hablar de sedentarismo y falta de ejercicio físico en esta sociedad…. Pero esto no es una crítica al coche. Los coches son útiles y son una máquina estupenda y rentable cuando se usan correctamente. El problema esta en que eso no sucede en las ciudades, en una parte muy importante de los casos.
Durante varias décadas hemos visto como el coche ha ido ocupando cada vez más espacio público en las calles. Según las ciudades iban creciendo, los ayuntamientos generaban nuevas infraestructuras, cada día más caras e insostenibles, para acoger al cada día mayor número de coches o reducir el trayecto en un par de minutos. Rondas, aparcamientos subterráneos (hasta debajo de la catedral si es necesario), avenidas interminables de todos los carriles posibles, túneles, puentes… Todo con el objetivo de seguir manteniendo los privilegios al coche, aunque eso haya ido en contra de nuestra salud, de robarnos el espacio en las aceras para caminar, para jugar o hacer las compras con comodidad.
Ahora sucede que las tendencias van cambiando. Muy despacio en muchos casos, pero las políticas de movilidad van mirando algo más a las personas y algo menos a los coches. Y sucede que cuando un ayuntamiento, como en este caso el de nuestra ciudad, Valladolid, decide, muy tímidamente, sacar una batería de actuaciones que favorecen al transporte público (bus-taxi) y a la bicicleta, y arrinconan un poquito el espacio al vehículo privado, se produce un terremoto. Los comerciantes, la prensa conservadora de la ciudad, los «cochistas»… Todos gritan y auguran el fin del mundo.
Así que he creído bueno hacer justo lo contrario. Alzar la voz para aplaudir las medidas que ha tomado el ayuntamiento y la Concejalía de Movilidad que dirige Luis Vélez. Aunque no esté de acuerdo con todas y algunas de ellas sean mejorables.Y animar a que esto solo sea el principio. Que se generen muchas más infraestructuras ciclistas (por favor en calzada siempre), que se reduzcan los aparcamientos cada vez que se arregle una calle, que construyamos de una vez por todas una ciudad 30km/h, que todos los colegios estén libres de coches en las entradas y con espacios seguros, que se realicen constantes campañas de multas a los excesos de velocidad, a la doble fila y también, por supuesto a las bicicletas por las aceras. Y sobre todo que esas medidas que ahora se están tomando en el centro de la ciudad se extiendan a otras zonas y se realicen también en los barrios. Sabemos que luchamos contra un enemigo fuerte, que durante mucho tiempo ha disfrutado de unos privilegios que se han convertido en falsos derechos, que van a hacer mucho ruido, pero también sabemos que somos muchas las personas que estamos a favor y las apoyamos.
Sean valientes y continúen lo empezado.
PD. 1. Todos los datos del principio están sacados del libro «La revolución silenciosa» de Dani Cabezas. Un buen amigo y autor de un libro que recomiendo leer.
PD. 2. Soy autónomo, dispongo de furgoneta y la uso para repartir por toda la ciudad. Uno puede pensar que es de tontos apoyar medidas que van en contra mía, que me van a poder dificultar el trabajo, pero una cosa tengo clarísima. Por encima de mi beneficio particular siempre estará el interés general de la ciudad y el bien común.
Guillermo, ciclista urbano y miembro de la asociación La Curva